Ensayo
breve
Por Eduardo Ramos
Cuando escribo, lo hago con la premisa de
jamàs exudar resentimiento, ni exhibir angustia victimizante alguna, me resulta
–èsto ùltimo- un recurso vergonzoso muy utilizado especialmente por los
mediocres que se tildan de intelectuales y solo constituyen un amasijo de
malvados. Pero escribo porque me resulta maravilloso que personas como yo
–intelectualmente anèmicas- lo hagan en un intento de superaciòn, de
crecimiento individual, de aprendizaje que no deja nunca de ser un buen
ejemplo. Aclaradas estas tres cuestiones intentarè abordar la cuestiòn
ontològica argentina, empresa titànica y ejercicio que lleva mis posibilidades
al borde del precipicio. Para comenzar con la serie de afirmaciones que para
muchos podrìan resultar temerarias dirè, que el argentino es básicamente
irracional, emocional, visual, oportunista y personalista. Que carece de
inteligencia colectiva que, en su egoìsmo nunca colabora con el bien comùn; al
contrario: suma problemas y nunca aporta soluciones; aporta crìticas. Como nunca
arriesga por su egoìsmo y por ignorar
que la mayorìa de las veces el miedo es màs dañino que que el suceso; no logra consolidar valores. Ni bueno ni malo, ni muy varòn, ni muy mujer, asì llegamos
a la tragedia argentina.
Si
pensamos que el hombre es un animal mamìfero, agresivo, predador fácilmente
encontraremos la respuesta a su apetencia permanente a ser visto y escuchado,
su tendencia a invisibilizar u ocultar a los otros, de ellos dirà: no existe, no lo
conozco, no sè quièn es; especialmente si son competidores y actúan en desmedro
de su pretenso protagonismo, de su existencialismo, de su trascendencia. Y si
no logra invisibilizar a la competencia procurarà desacreditarla con los adjetivos
mas canallescos posibles.
Bañado en la brea de su ignorancia, el argentino se
cree poderoso -en su materialismo que lo esclaviza- sin entender que el
poder se gesta en la conducta ètica y
tambièn sin saber que la inteligencia se mide con la vara de la humildad,
anda por la vida con gesto altivo y la nariz apuntando a las estrellas, como si todos mantuvièramos con èl una deuda eterna; y vota presupuestos con la
mano estirada debajo de la mesa para recibir la coima.
Tanta desconformidad me motoriza y debo
expresarla porque el aislamiento es una tortura sutil que permanentemente
agrede la mente sin que pueda verse, entonces escribirla la empuja fuera de mi
mente, eso es catarsis. Respeto y responsabilidad son las columnas iniciales
para levantar el edificio de una nueva Repùblica y los principales problemas de
los argentinos (me incluyo siempre) son el atraso crònico y la mediocridad…y
los miedos egoístas. Volviendo al respeto y a la responsabilidad, quiero
agregar que se trata de requisitos excluyentes ( con la honestidad no basta,
hay que tener coraje) y no de cualidades, en Argentina siempre sobraron
los recursos, pero con tristeza debo recordar que tambièn generalmente sobraron
ladrones y faltò el coraje para denunciarlos y encerrarlos.
En algunos argentinos de principios del
siglo XXI, lo que veo en este quinquenio a punto de finalizar, es su impotencia
y su incertidumbre, por allì y por algùn sùbito “disparador llave” creen
visualizar el cambio tan deseado y se ilusionan algunos con que la noche de la
Repùblica se termine de una buena vez. Decìa Ghandi que la felicidad se
encuentra cuando lo que uno dice, piensa y hace estàn en armonìa, si Gahndi
tenìa razòn, eso creo, inmediatamente me doy cuenta que los argentinos somos
una tropilla de infelices.
Tengo en claro que en mi dècada de ausencia se potenciaron los
defectos de los argentinos, pero asimismo sè que estos provienen de mucho màs
atràs, cuando el relativismo comenzò a cuestionar los valores absolutos. ¿ Y si
en las guerras era vàlido matar al enemigo, porquè no matar por razones
polìticas? Si una es la continuación de otra por distintos medios…
Abandonamos al General Don Josè de San
Martìn y al Doctor Renè Favaloro por Maradona y Messi, los semidioses
futbolistas encarnan la èpica del mundo globalizado. Decìa Sartre que el hombre
es una posibilidad, yo agregarìa: una posibilidad maravillosa o insignificante;
¡quiero creer! Que esta crisis de maldad y estupidez en la que, como decià
Alberdi: “La pobreza se vende y la ignorancia se equivoca” precede a una nueva
era y como las cosas son lo que somos: cambiemos y luego imaginemos lo que
queremos. Este texto ha sido mi visiòn de la realidad, ello significa que hay
otras visiones, que tambièn deben ser escuchadas.
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